sábado, 6 de agosto de 2011

NAVIDADES 2007 EN RIVIERA MAYA

Día 7. 28/09/2007

Tras los 2 días de excursiones tocaba un día de relax absoluto. 
Después de desayunar, reservamos la cena para el Steak House a las 9. Fuimos a la playa y nos costó un huevo encontrar sitio (ya sabéis, toca madrugar). El mar estaba un poco revueltillo y había un montón de algas asquerosas, así que, un bañito rápido y a cocernos a la tumbona. Aguantamos poco porque había demasiada gente y jaleo, así que regresamos al hotel y pasamos el resto de la mañana vegetando en la piscina, practicando nuestro deporte favorito de esas vacaciones: la ingesta compulsiva de cocktails. Esta vez les acompañamos de palomitas y nachos con salsa de queso (¡arriba el colesterol!). Nos pasamos toda la mañana a remojo, comimos, siestecita y a Playa del Carmen a dar una vuelta y hacer las últimas compras para gastar los pesos que nos quedaban. Conseguí 3 pieles más pirografiadas y pintadas con unos colores chulísimos con el calendario maya y unos dioses (grandes, de 70x60), por 300 pesos cada una en una tienda. Me ofrecían un vale de 200 pesos para gastar en plata o un 10% de descuento en las pieles. Como pasaba de comprar plata, preferí el descuento.
Nos dimos unas vueltas más y regresamos al hotel andando para bajar los nachos con queso.
Cuando llegamos, había un chico pintando al óleo sobre azulejos en el lobby. Hacía unos cuadros preciosos y te pintaba lo que tú quisieras y en los colores que te gustasen. Eran francamente bonitos. Yo me encapriché de uno con la pirámide de Chichen Itza (de 50 x 45) por 220 pesos y me lo tuve que llevar.
Luego fuimos a cenar al Steak House, que lo ponen en el Lupita, el restaurante del centro de la piscina. El ambiente, muy tranquilo y romántico, todo a oscuras, con velitas y la piscina de fondo iluminada. Lástima que la comida no estuviese tan “iluminada”. Primero nos trajeron lo que presuntamente era una ensalada César, es decir, 4 hojas de lechuga enteras con aceite y vinagre (pobre César, qué disgusto se llevaría si viera en lo que se ha quedado su ensalada). Luego nos pusieron unos fritos variados con salsa de roquefort (aros de cebolla, calabacín rebozado, alitas de pollo y “alimento no identificado” empanado). Luego una sopa (en realidad era una crema) de alcachofa y tomate, vamos, un tazón con una cosa roja y otra verde, que al mezclarlas daban como resultado un “revuelto” marrón. Después, el plato estrella, la carne. Podías elegir entre solomillo, entrecot, costillas o pollo asado. Nosotros pedimos solomillo. Nos trajeron un chuletón de cuidado. O los solomillos que me he comido en mi vida eran muy pequeños o la vaca de la que sacaron ésos era como un Tiranosaurio... no me cuadra. De sabor estaba bueno, pero estaba más duro que una piedra. Eso sí, todo bien regado con vino denominación de origen “Rioja Yucateca”. De postre una tarta Alaska (un bizcocho insulso con helado). No me gustó nada la cena. En fin, me quedo con las cenas del buffet, ni Mexicano, ni Steak House, ni nada.
Luego fuimos a ver lo que quedaba del espectáculo y nos tomamos unos chirigatos.
Ya en la habitación empezamos a hacer las maletas, porque al día siguiente había que dejar la habitación antes de las 12. Nos tomamos un par de cubatas del minibar en nuestra terracita y a dormir. Nuestra última noche por allí. ¡Qué penita!
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario