jueves, 4 de agosto de 2011

NAVIDADES 2007 EN RIVIERA MAYA

Día 1 (22/12/07)

Madrugamos mucho porque teníamos que coger el Alsa de las 7:30 de Valladolid a Madrid. Viaje de 2 horas sin incidencias. Yo me quedé dormida nada más montar y me desperté en Torrelodones, así que se me pasó volando. Desde la estación de autobuses fuimos en taxi a Barajas ya que llevábamos 2 maletas grandecitas y no nos apetecía pasar 1 hora en el metro. En la T4 fuimos al mostrador de Solplán porque en la agencia nos habían dicho que teníamos que pasar por allí antes de ir a facturar. Pues resulta que no hacía falta. Nos dijo la señorita que fuésemos a facturar directamente. La cola ya era espectacular y eso que eran las 10, el vuelo salía a las 2 y ni siquiera habían abierto los mostradores. Los abrieron a las 11 y al final se agilizó la cosa bastante. Yo llevaba asientos reservados a través de la web de Iberworld (8 € por persona y trayecto, pero realmente merece la pena). Cogí la fila 33, ventana y pasillo, así íbamos mi marido y yo solos. Luego os cuento qué tal los asientos y demás incidencias en pleno vuelo.
Ya en el mostrador nos dijeron que el vuelo llevaba 15 minutos de retraso. ¡Qué raro!, pensé,¡esperemos que sólo sea eso!
Tras pasar los controles pertinentes cogimos el tren que va a la T4 S y a buscar la puerta que estaba en la otra punta. Llegamos y vemos que en la pantalla esa puerta está asignada a un vuelo a Panamá. ¿¿¿¿???? Un rato después apareció una azafata y dijo que sí era la de Cancún y lo cambió. A las 2 empezamos a embarcar y a las 3 despegamos. 1 hora de retraso, en fin, qué se le va a hacer. 
Los asientos de la fila 33 están muy bien porque tienen salida de emergencia delante y puedes espatarrarte bastante. El que está en la ventana tiene un pequeño poyato delante que viene fenomenal para poner los pies encima y llevarlos en alto. Las pegas de esa fila: los baños están justo delante y a veces hay un poco de jaleo. Otra pega: los asientos son muy estrechos (los de todo el avión lo eran), pero estos tienen el problema de que los reposabrazos son fijos y no se pueden levantar porque la bandeja de comer va metida dentro. Creo que las personas que estén un poco sobradas de culo lo tienen que pasar un poco chungo para acoplarse dentro de esa ridiculez de asiento.
El vuelo duró 10:30 horas. Yo me dormí a ratos pero aún así se me hizo pesado, sobre todo las 4 últimas horas. Pusieron 3 películas: Piratas del Caribe III, El Diablo viste de Prada y los 4 fantásticos y Silver Surfer. Nos dieron de comer una lasaña que estaba bastante buena y un pastelillo. A mitad de vuelo nos dieron unos cacahuetes y un refresco y cuando íbamos a llegar, la merienda: una chapata de jamón. La comida en general a la ida bien. Llevaos agua porque son bastante rácanos a la hora de dártela y se pasa muchísima sed con el aire acondicionado de la cabina. Pretenden que les compres los botellines de 33cl que venden a 1 euro.
Lo que menos me gustó del vuelo fue la “gente” (por llamarlos de alguna manera) que iba sentada detrás de mí y por los alrededores. Se trataba de una familia bastante peculiar. Un matrimonio de una edad, la madre de ella (señora muy mayor y que desvariaba un poco), la hermana de ésta (sin comentarios), la hija del matrimonio con el marido y el niño pequeño y la otra hija, niñata insoportable. En fin, la familia Trapisonda. ¡Vaya viajecito que nos pegaron! Detrás de mí iban la abuela y la niñata. La abuela todo el viaje dando voces y comentando cualquier cosa que sucedía. Como estaba como un ceporro y no cabía en el asiento, se dedicó a darme coces en el respaldo. Cada vez que se levantaba al baño (cada 20 minutos) se agarraba de mi reposacabezas, me tiraba del pelo y me despertaba. Todo el puñetero viaje diciéndole chorradas a la nieta y la niña (un clon de Rosy de Palma, de unos 17 años) mandándola a la mierda. La hermana de la abuela se puso a comer pipas (se pensaría que estaba en la calle en su pueblo), se atragantó y se puso a toser como una condenada, una tos realmente molesta, de tísica perdida. Yo pensé que nos iba a echar allí hasta el hígado. El niño pequeño dio el coñazo más que en toda su vida. Se cogía unas rabietas que te mueres y venga a llorar histérico perdido y los papás ni puto caso. En fin ¡qué viajecito!
Y para colmo, cuando llevábamos 5 horas de viaje se oye una voz por megafonía que dice: si hay un médico entre los pasajeros, por favor que se dirija a las filas del final.
Pensé: ¡lo que nos faltaba! ¿se ha ahogado ya la vieja de las pipas? ¿le ha dado un colapso al niño en plena rabieta? ¿se han sacado los ojos Rosy de Palma y la abuela de la fabada? Por Dios, que no sea nada serio y no nos regresen a Madrid. Al final fue un mareo de otra señora y sin más problemas llegamos a Cancún.
Las maletas salieron pronto y bien, pasamos el famoso semáforo sin problemas y a la calle. Lo primero que sentí fue un golpetazo de humedad que me puso los pelos a lo afro. Estaba todo muy oscuro y había mucho jaleo de gente de las agencias buscando pasajeros. Encontramos al de Solplán y nos dijo donde estaba el autobús que nos tenía que llevar al hotel (Riu Tequila). Nos salieron un montón de chavales que querían coger las maletas. No se las dimos porque ya íbamos avisados de que luego te piden propina. Además, el bus estaba muy cerca. Tardamos en salir por lo menos media hora y tras casi otra hora más llegamos al hotel (previa parada en el Iberostar Quetzal y el Riu Palace).
Cuando bajamos del bus nos mandaron dejar las maletas en el lobby y nos pusieron la pulserita del todo incluido. Nos dieron un zumito de bienvenida y nos entregaron un sobre, llave de la habitación, llave y cerradura de la caja fuerte, tarjetas de toallas, plano del hotel y unas pegatinas con el número de la habitación para que las pegásemos en las maletas y que luego nos las llevaran a la habitación. Yo quería llevarlas personalmente, no porque no me fiase (que dicho sea de paso, no me fío y no me gusta dejar mi equipaje en cualquier sitio), si no porque estaba deseando darme una ducha y cambiarme de ropa, pero mi marido se puso borde y empezó a decir que si todo el mundo las dejaba allí, que no íbamos a dar la nota nosotros.... en fin, le hice caso por no tener la primera discusión de las vacaciones. Craso error.    Tardaron más de 40 minutos en llevarnos el equipaje y no nos dio tiempo a ducharnos y arreglarnos antes de la cena. Acabó dándome la razón (como siempre, jejejeje). Así que recomiendo que os llevéis cada uno vuestra maletita y así os apañáis mejor.
El hotel, así a primera vista, me pareció muy bonito y muy grande, con mucha vegetación, pero de noche y con el cansancio del viaje no se aprecia bien.
La habitación era grandecita, con dos camas de 1.35 juntas y una terraza muy chula. Nos tocó en la 3418, que estaba muy alejada de la zona de la piscina y era muy tranquila. El único ruido: los gatos. Había un montón por los jardines y por la noche les daba por ofrecer conciertos. Ya hablaré de los “animalitos” que había por el hotel más adelante.
En fin, en lo que nos traían las maletas estrenamos el minibar y el dispensador de bebidas.    Había una botella de tequila José Cuervo reposado, una de vodka, una de ron y otra de ginebra. En el minibar tenían pepsi, mirinda (hacía por lo menos 25 años que no me bebía una), seven up, coronita, agua con gas y agua normal. Las botellas eran enormes y en casco retornable (excepto el agua que era la típica de 1.5 litros de plástico). Estábamos tan cansados que decidimos no salir y descansar para estar frescos al día siguiente así que nos fuimos a dormir.

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