sábado, 27 de agosto de 2011

GUIMARAES: LA CUNA DE PORTUGAL

A Guimaraes llegamos por carretera procedentes de Aveiro.
Nos alojamos en el  Hotel Ibis (Avenida Conde Margaride) gracias a un chollazo que encontramos en su web por el que salía la habitación doble por 37€, sin desayuno, pero con parking gratuito en la misma puerta.
El hotel está más que correcto (de los Ibis me fío siempre) y tiene una ubicación estupenda, a 5 minutos andando del centro histórico.

Como ya estaba anocheciendo, dejamos los trastos en la habitación y salimos a ver qué nos ofrecía “Guimaraes la Nuit”.
Subimos por la Rua Joao I, toda llena de casitas antiguas con unos balcones muy chulos.
En general, ésta es la tónica dominante en la ciudad, las casas son preciosas, llenas de balcones y ventanales.
Casi sin darnos cuenta, habíamos llegado a la Praça do Toural, que seguro que en condiciones normales resulta preciosa… pero ahora mismo estaba toda levantada por obras y rodeada de vallas. En 2012, Guimaraes será Capital Europea de la Cultura y están adecentando muchísimas zonas de la ciudad, lo cual es de lo más molesto para el visitante.

Pasando la plaza, atravesamos una inscripción en el suelo que decía “Porta da Vila” y rápidamente nos dimos cuenta de que acabábamos de entrar en el casco antiguo.
Fue una gratísima sorpresa ver todas las ventanas iluminadas con guirnaldas de luces. Eran las fiestas de la ciudad en honor a Nuestra Señora de Oliveira y había un ambientazo por la calle de mucho cuidado (más, añadiendo que era sábado, pleno agosto y hacía un calor como para estarse en casa).




Llegamos hasta la Praça de Santiago y aquello era un hervidero de terrazas, gente cenando o tomando una copa y un bullicio descomunal.
Decidimos buscar un sitio más despejado y acabamos en un restaurante chulísimo
Art&Gula (Largo Cónego José María Gomes, 39), que ocupa una antigua mansión con patio y terracita.
Cenamos de lujo 2 especialidades diferentes de bacalao: Bacalhau à Zé do Pipo (que iba asado y luego cubierto de puré de patata y gratinado) y Bacalhau Recheado (relleno de jamón y hecho al horno sobre una cama de patatas panadera) con nuestro vinito verde por 25€. Exquisito.



Y dando otro paseo volvimos al hotel. Tendríamos tiempo a la mañana siguiente de visitar lo más importante con tranquilidad.

Madrugamos para evitar el calor y poder aprovechar bien el tiempo que nos quedaba en la ciudad.

Recorrimos el mismo camino de la noche anterior para poder admirar las callejuelas, los balcones, las murallas y allí nos encontramos con el famoso cartel de “Aquí nasceu Portugal”.






 Continuamos hasta llegar a la Iglesia de Nuestra Señora de Oliveira. El interior es bonito, pero tampoco nos detuvimos demasiado porque estaban en plena misa. A la puerta había un buen grupo de mujeres que estaban empezando a hacer una “alfombra” en el suelo con piedrecitas de colores. Nos enteramos de que esa noche habría procesión de la Virgen y recorrería esa alfombra.
Al lado de la Iglesia está la entrada al claustro, que es pequeñito pero muy acogedor y había una exposición de esculturas curiosas.





Estuvimos viendo el Monumento del Salado, un crucero gótico del siglo XIV y los Antiguos Pazos del Municipio, con unos bonitos soportales.






Nos acercamos hasta la Iglesia de San Gualter, que nos llamó mucho la atención.



Y por fin, llegamos al Pazo de los Duques de Bragança. La entrada los domingos es gratuita hasta las 12 del mediodía, pero hay que pedir que te den el ticket a la entrada o no puedes subir a ver las estancias.
El Pazo nos encantó. Desde fuera ya es imponente y destaca el montón de chimeneas cilíndricas que tiene. El patio interior es muy bonito, pero lo mejor son las diferentes habitaciones, salones de banquetes con artesonados de madera y decenas de tapices y la pequeña capilla, con una vidrieras preciosas.









Una vez en el exterior pasamos por la estatua de Alfonso Henriques, primer Rey de Portugal y visitamos la diminuta capilla románica de San Miguel, donde fue bautizado.


El siguiente punto de nuestra rutilla fue el Castillo de São Mamede, que está en lo alto del Monte Latito, conocido también como Colina Sagrada. Fue construido en el siglo X por la Condesa Mumadona Dias para defender el monasterio que había fundado de los ataques de los moros y normandos. En él se libró la batalla de São Mamede (24 de junio de 1128), relacionada con los orígenes de Portugal como nación. Fue ampliado en el siglo siguiente por el conde Henrique de Borgoña, que estableció en él su corte, y posteriormente durante los reinados de Dinis y Joao I. A partir del siglo XV dejó de tener función defensiva y tuvo usos diferentes como cárcel política o pajar. Tras años de abandono fue rehabilitado y se abrió al público para su visita en 1940.
El castillo consta de siete torres cuadradas con almenas construidas sobre la roca, destacando especialmente la Torre del Homenaje, de 28 metros de altura, a la que se puede subir. Puede recorrerse el perímetro a través de una pasarela superior que rodea el patio de armas y que para los aficionados a las alturas como yo, es una gozada, jejeje.


Estábamos machacados de tanto andar y el calor apretaba cada vez más, así que decidimos buscar un sitio fresquito para comer algo. Misión imposible. No había ni un hueco en las terrazas y en el interior de la mayoría de los bares no había aire acondicionado. Buscando y buscando, aprovechamos para ver el Convento de Santa Clara (actual Ayuntamiento de la ciudad), la Iglesia de la Misericordia y la de San Pedro, así como algunos pasos procesionales típicos de Semana Santa que había expuestos en varios rincones de la ciudad.


Por fin encontramos un bar fuera del casco histórico, cerquita del hotel y pudimos comer, pero tardaron en servirnos un montón y se nos había hecho tardísimo cuando acabamos. Teníamos intención de subir en el teleférico al Monte da Penha, que nos habían dicho que había buenas vistas, pero no nos quedaba más remedio que poner rumbo a casa si queríamos llegar a una hora prudente y estar en condiciones para el madrugón laboral del día siguiente, así que el teleférico lo dejamos para otra ocasión.

En general Guimaraes me ha encantado. Me gustan mucho las ciudades medievales y ésta está llena de rincones preciosos y cargados de historia.

9 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  2. Muy chulo Ana, las fotos preciosas como siempre, por aquí nos iremos viendo, por cierto soy Montse. Besitos :o)

    ResponderEliminar
  3. A mi también me gustó mucho Guimaraes
    Saludos viajeros

    ResponderEliminar
  4. Me encantan estas villas portuguesas... Da gusto acercarse al pais vecino y da gusto sentarse en cualquier taberna, restaurante o lo que sea a comer. Siempre que he estado me he puesto fino... y a muy buen precio!

    Por cierto... pensaba que Ponte de Lima era la localidad más antigua de Portugal... pero claro... haber quien estuvo en ese momento para cerciorarlo jejej

    Un abrazo!!

    ResponderEliminar
  5. Enhorabuena por tu clasificación preliminar (blog de viajes IV) en los premios Bitácoras (y por el blog, por supuesto), espero que subas muchos puestos. Te deseo mucha suerte. Nos leemos. Un saludo.

    ResponderEliminar
  6. Hola! En Portugal estuve hace muchísimos años. Pero es sin duda un lugar al que me gustaria volver. Muy buen post.

    ResponderEliminar
  7. Cometimos un olvido imperdonable cuando fuimos a Guimaraes...la cámara de fotos jejeje... Pero en su defecto, hice un par de ellas con el móvil y durante mucho tiempo he tenido de fondo de pantalla la del "Aquí nasceu Portugal". Lo de las lucecitas alrededor de las ventanas a nosotros nos llamó la atención, no estaban en fiestas y no llegamos a saber si era siempre así, o porque estaban reivindicando la ciudad para los acontecimientos del 2012, o porque era el día de los enamorados... Gracias por las fotos, Ana!! qué recuerdos y que bonita es Guimaraes verdad???

    ResponderEliminar
  8. Hola reina! tienes en mi blog un regalito, espero que te guste! Un besazo!

    ResponderEliminar