sábado, 6 de agosto de 2011

NAVIDADES 2007 EN RIVIERA MAYA

Día 8. 29/12/2007

¡Ay, qué poco dura lo bueno!   

Era nuestro último día en el paraíso y había que aprovechar. Nos levantamos pronto, desayunamos y nos fuimos a la playa. Último bañito y despedida. De ahí a la piscina, más bañito y despedida también. A las 11 fuimos a la habitación a ducharnos, nos cambiamos y terminamos de recoger las cosas que no habíamos metido en las maletas. Devolvimos las toallas, fuimos a recepción y dejamos la llave. Las maletas nos dijeron que las pusiéramos al lado de la salida del lobby junto a otro montón de maletas que, presuntamente, también eran de Solplán. Las mochilas preferimos dejarlas en un cuartito que hay al lado de recepción y que por lo menos estaba más vigilado. Estuvimos vagando por el hotel hasta la hora de comer, tomando los últimos pelotazos, pero ya no nos supieron tan buenos.¡Qué depresión!.
Comimos en el buffet del Lupita y después dimos una vuelta por el centro comercial Playacar para llamar por teléfono y gastar lo que nos quedaba de las tarjetas prepago.
Volvimos al hotel, último tequila y a las 15:50 pasó el autobús a recogernos. Me llamó la atención que del montón de maletas que había al principio, sólo estaban las 2 nuestras. Le preguntamos a un empleado y dijo que las otras eran de gente que acababa de llegar al hotel y las habían llevado a las habitaciones. No me hizo nada de gracia. ¿Qué pasa si se equivocan y se llevan las nuestras? No me gusta nada eso de dejar el equipaje por ahí sin control.
El viaje en bus hasta el aeropuerto duró algo más de una hora. Entramos y a la cola de facturación. Justo antes de llegar a los mostradores había un tenderete con un señor que cobraba las tasas. Te pedía el pasaporte, el billete de avión y la pasta y te daba un resguardo como que habías pagado. Son 550 pesos, 50 dólares o 55 euros. Que nadie haga la chorrada de pagar en euros porque es el timo de la estampita. 550 pesos son al cambio 35 ó 36 euros, no 55.
Facturamos sin problemas. Teníamos asientos reservados en la fila 33, esta vez el L y M, ventana y pasillo.
Salimos un rato a la calle a que nos diera por última vez el aire caribeño. Ya era casi de noche. Luego entramos, pasamos el control policial (lo de los líquidos allí funciona exactamente igual que aquí), dimos una vuelta (nada de interés, sólo puestos de comida rápida para los americanos), y a esperar en la puerta de embarque. El vuelo tenía que salir a las 19:45 y salió casi con 1 hora de retraso. Nos dijeron que esta vez duraba 8:55 horas. En comparación con las 10:30 de la ida....
Los asientos, pues lo mismo que en el otro viaje, bien porque no va nadie delante y te puedes estirar. Lo peor, que estaban los baños al lado y olía fatal. ¡Vaya viajecito! Entiendo que al final del viaje el baño esté hecho un asco porque, en general, la peña es guarrísima, pero que ya huela a mierda antes de empezar el viaje...imaginad cómo estaría al llegar a Madrid. Podrían limpiarlo un poco entre trayecto y trayecto, sobre todo en viajes de tanta duración.   
Para más desesperación mía me di cuenta de que había gente conocida sentada 2 filas detrás. Sí señor@s : la Familia Trapisonda ataca de nuevo. Allí estaban la abuela, el matrimonio, las hijas, el nieto.....Me encomendé a todos los dioses mayas habidos y por haber para que no dieran el coñazo del vuelo anterior. Esta vez hubo un poco más de suerte. El niño y la abuela, que eran los peligrosos, se quedaron sobados y sólo oímos algún ronquido de la señora.

Cuando llevábamos una hora de vuelo nos dieron la cena (o algo así). Era un pollo incomible y un bizcocho que estaba más duro que el copón.
Pusieron 2 películas: Lucky you y Ocean’s thirteen, pero yo no las vi porque estaba medio sopa. Pasé muchísimo frío a pesar de llevar 2 mantas y mucha sed porque el agua la dan con cuenta gotas. Cuando quedaba una hora para aterrizar nos sirvieron un “desayuno lavativa”, porque era para cagarse de malo. Una cajita de cartón que tenía dentro un zumo de naranja (el Tang tiene más categoría de zumo), un bocadillo de jamón york y queso asquerosísimo (¡qué mal sabía!) y una magdalena con pepitas de chocolate revenida. La de mi marido tenía un pelo dentro, lo juro.¡Dios, qué ascazo! Obviamente, dejamos el desayuno entero.

Llegamos a Madrid sin más problemas a las 12:00 del día 30. Bajamos del avión por la escalerilla. ¡Vaya mierda de tiempo! ¡Con lo bien que estaba yo en el Caribe!

Ya en la terminal nos tocó hacer cola durante más de media hora para el control de pasaportes. Había 10 ventanillas y sólo 2 estaban abiertas. ¡Penoso! Vas por ahí de viaje a cualquier república bananera y te atienden con más agilidad que aquí por mucha T4 que sea.

Luego a por las maletas. Estuvimos esperando 1 hora y 10 a que salieran las nuestras Desesperante. La T4 es tercermundista. El caso es que desde que aterrizamos hasta que salimos del aeropuerto pasaron casi 2 horas. ¡En fin! Por lo menos salieron. Llenas de mierda, que no sé que habrían hecho con ellas, pero salieron y tenían todo dentro, que con la de mangantes que hay sueltos....jajajajajaja.
De ahí en taxi a Méndez Álvaro, porque había huelga en el metro y bus a Valladolid. ¡Hogar dulce hogar!

Y este es el final de mi relato. Espero no haberos aburrido y que por lo menos pueda servir de ayuda a alguien. Me ha encantado compartir mi experiencia con vosotr@s y revivir durante unos ratillos todos los recuerdos maravillosos que tengo en mi cabeza. Ha sido un viaje fantástico, pero no será el último.....¡nos vemos un día de estos en cualquier rincón del mundo!.    



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