sábado, 6 de agosto de 2011

NAVIDADES 2007 EN RIVIERA MAYA

Día 6. 27/12/2007

Después del palizón del día anterior nos levantamos hechos unos zorros.    

Tras un buen desayuno reconstituyente, fuimos al lobby y puntualmente, a las 7:50 nos pasaron a recoger los de Infocenter con una van. Nos íbamos a Cobá. Hicimos unas paradas de camino a recoger a más gente. Éramos 11 en total y el guía y el conductor. Un grupo muy variopinto: una pareja de chinos que vivían en Canadá, un vietnamita que también vivía en Canadá y 6 americanos de Houston (abuelos, padres y 2 niñas (la mamá era española).
Fuimos hasta Tulum y paramos en el Stop&Go como el día anterior por si alguien quería ir al baño o comprar algo. De ahí a Coba. Se me hizo muy corto el viaje (sobre todo si lo comparas con lo del día anterior). Tardamos menos de 2 horas. Yo iba sentada junto a la ventanilla y fui haciendo muchas fotos de “escenas pintorescas” de la vida cotidiana.





El guía era super majo (Salvador) y nos fue comentando cosas muy interesantes sobre la gente, las costumbres, la educación, el trabajo...me encantó. El pobre guía contaba las cosas en español y luego en inglés (lo hablaba fenomenal). Al final, como vió que mi marido y yo hablábamos inglés, decidió dar todas las explicaciones en inglés y así le resultó más cómodo. Se creó muy buen ambiente entre todos los que íbamos en la van. Fue muy divertido.

En Cobá había bastante gente (mucha más de la que yo esperaba), pero sin agobios como en Chichen. Antes de entrar nos contaron la historia del calendario maya y nos ofrecieron hacernos uno con una fecha importante por 250 pesos. Nosotros pasamos.
Dentro de las ruinas hacía muchísimo calor, sobre todo por la humedad, porque el sol la verdad es que no se ve mucho por la vegetación, que es muy espesa.
Nos dirigimos al primer grupo de ruinas, el grupo Cobá. Hay una pirámide muy grande, pero no se puede subir, un juego de pelota, mucho más pequeño que el de Chichen (sí se puede subir a la parte de arriba), y diversos restos de otras edificaciones. 





Luego llegamos a una caseta donde se pueden alquilar bicis para ir al otro grupo de ruinas, Nohoch Mol. Éstas están como a 2 kilómetros. Se puede ir andando (con el calor no apetecía), en bici por 30 pesos (teníamos el cuerpo nosotros como para pedalear por la selva) o en limusina maya (un triciclo con sitio para 2 delante y un maya pedaleando detrás, por 95 pesos). Nos decidimos por la opción cómoda. Por 95 pesos yo no me despeino ¡qué pedalee el Indurain del Yucatán! El tío se lo curró, menudas velocidades. Daba un gustito el aire que te pegaba en la cara. 




Nos dejó al lado de la pirámide. ¡Qué pasada! Ésa si que es alta (42 metros) y se puede subir. Mi marido ya iba como un loco a subirse pero yo, como tengo un vértigo que me muero, al principio pensé ¡Jo, si sólo con subirme a la banqueta de la cocina ya me da el mal de altura, aquí no sé yo...! Pero luego me di cuenta de que subía gente bien mayor y niños pequeños y me dije ¿has hecho 8000 km y te vas a ir sin subir? y allá que fui. La subida no da vértigo (siempre que no mires para atrás), pero es muy cansada. Las vistas desde arriba son espectaculares, todo selva. La bajada es otro cantar. Hay una soga para agarrarse, pero aún así, yo bajé de culo, peldaño por peldaño, con el correspondiente descojone de mi marido, que llevaba esperando abajo 10 minutos.
Recomiendo a los que vayáis que seáis conscientes de vuestras limitaciones y quien crea que no va a ser capaz de subir o de bajar por vértigo o cualquier otro problema... que no suba.







Volvimos a la limusina y nos llevó de vuelta, previa parada en otras ruinas de un observatorio y otro juego de pelota.




Pagamos (las bicis se pagan antes y la limusina después), le dimos una propinilla a Indurain, que se la había ganado, y salimos del recinto. El guía ya estaba esperándonos. Mientras venían los demás estuvimos viendo una exhibición del juego de pelota que estaban haciendo unos chicos vestidos como antiguamente. La pelota era durísima, y sonaba muy fuerte cada vez que les golpeaba en las caderas. A mí me estaba doliendo sólo de pensarlo, pero se ve que ellos ya tienen el cuerpo acostumbrado a los porrazos.
De ahí fuimos a bañarnos al cenote Tabach Ha (o algo así). En principio íbamos a ir a Cho Ha, pero el guía dijo que éste estaba mejor y había menos gente. Efectivamente, llegamos y teníamos el cenote para nosotros solos. ¡Qué pasada! Este cenote está dentro de una cueva, totalmente cubierto, y el agua es la más cristalina que yo he visto en mi vida. Se veía el fondo perfectamente. Había zonas que cubrían más y otras menos. Nos metimos todos sin pensarlo. El agua estaba helada, pero se agradecía muchísimo después del sofocón en Cobá. El mejor baño que me he dado.






De ahí fuimos a comer al restaurante Nicte Ha (muy cerquita). Había para elegir Fajitas de res (de ternera), pollo pibil, cochinita pibil y plato vegetariano. La cochinita pibil (lo que yo pedí) es un plato típico. Es cerdo asado con un adobo de achiote (una especia parecida al pimentón). Lo sirven con cebolla, frijoles y arroz. Muy rico. Las bebidas se pagaban a parte.
Al lado del restaurante había un lago con cocodrilos pequeños y les estaban dando de comer. Todo un espectáculo.





Luego fuimos a visitar la aldea maya. Se llamaba Campamento Hidalgo. Paramos en la primera choza. Me quedé flipada porque, a pesar de lo humilde y básico que era el sitio, vivían perfectamente y estaban todos limpísimos. Es algo que me ha llamado la atención en este viaje en general, que aunque hemos visto mucha pobreza fuera del hotel, no hemos llegado a ver miseria. Todos iban limpios y correctamente vestidos y no les faltaba de comer. Recuerdo en República Dominicana hace años, que allí era todo mucho peor.
En la choza vivía una familia numerosa (6 hijos, los padres y la abuela). Tenían 2 jabalíes pequeños (Florentino y Sabina) atados a un árbol (probablemente la cena para Nochevieja), 2 perros, 1 gato y una especie de tejón. Tenían su propio huertito, sus plantas medicinales, especias, árboles frutales, una pequeña colmena. Allí no había cableado de luz eléctrica, pero tenían un panel solar que hacía las veces. Tenían su depósito de agua, su lavadero, ropa limpia tendida... Completamente autosuficientes.





Dentro de la choza estaba la abuela haciendo tortillas de maíz en su cocinita y el padre tejiendo una hamaca. Toda la familia dormía en hamacas colgadas del techo. Nos ofrecieron artesanía por si queríamos comprar. Yo sólo compré una talla de madera pintada muy bonita porque del resto de las cosas ya había comprado antes. Tenían muchas pieles de venado y de res, pero eran demasiado pequeñas para mi gusto y en casa me iban a lucir poco.






Después fuimos a otra choza en la que vivía una niña que había salido en la película de Apocalipto. También lo tenían todo muy bien organizado.
En general me encantó la experiencia. Recomiendo que vayáis y veáis lo que es eso. No os quedéis sólo con la imagen del hotel, todo bonito y lujoso. Pensad en la gente de allí, que tienen una vida muy dura.





Tras la visita emprendimos el regreso al hotel. De pronto, en plena selva oímos un ruido muy fuerte. Habíamos reventado la rueda trasera izquierda de la van. Nos bajamos todos y el conductor, tras jurar varias veces en maya, se puso a intentar cambiarla. Él solo no podía y mi marido y el vietnamita le echaron una mano. Menos mal, porque estábamos tirados en el medio de la nada y yo sólo hacía que acordarme de lo que nos había contado el guía de que la selva era muy peligrosa, que había jaguares, serpientes, tarántulas, monos....en fin, una anécdota más.    






Sobre las 6 ya estábamos en el hotel. Fue un viaje redondo. Lo único malo, me picaron los bichos en Cobá a pesar de ir rebozada en Relec, que me faltó echármelo en los daiquiris y bebérmelo. Aunque es temporada seca hay mosquitos y bichos varios. En el bar de la piscina vi varias avispas. Reconozco que tengo cierta tendencia a que me acribillen, pero a mi marido nunca le pican y allí le picaron, así que id preparados.

Esa tarde la pasamos en el hotel “haciendo gasto”. Una piñita colada por aquí, 4 margaritas por allá...cenamos, vimos el espectáculo (mariachis cantando), alguna margarita más....    y a planchar la oreja.

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