Último día en Argentina. Habíamos estado barajando dos posibilidades para visitar hoy: ir al delta del Tigre o a San Antonio de Areco. Por una cuestión de cercanía nos decantamos por la primera opción muy a mi pesar.
No madrugamos demasiado porque estábamos baldados y nos fuimos tranquilamente en el subte a la estación de trenes de Retiro.
Hay 2 trenes que hacen el recorrido: el tren de la costa (que es más caro) y el tren del este (que es más barato). Pillamos este último por la ridícula cantidad de 2,70 pesos ida y vuelta (unos 70 céntimos de €). Hay un tren cada media hora.
Es todo un espectáculo viajar en ese tren . Se tarda casi una hora porque va parando por todos los sitios y constantemente se suben vendedores que pregonan sus mercancías. Te venden de todo lo habido y por haber: chocolate, una mini máquina de coser a pilas, un inflador de ruedas, una crema anticelulítica… Luego te entra un tío cantando con la guitarra, un predicador llamándonos a todos pecadores de la pradera y niños mendigando… ¡¡¡Joé, con lo barato que cuesta el billete y lleva show incorporado!!! Ya podrían aprender los de RENFE…
Llegamos a Tigre y hacía bastante calor. Nos acercamos al puerto y estuvimos investigando un poco entre las diferentes empresas que ofrecen recorridos por los canales. Había un poco de todo: excursiones en catamarán de 3 horas un poco caras y otras en barcos de madera pequeños más cortas y más baratas. Al final lo cogimos con “El Jilguero” en barquito pequeño por 22 pesos un recorrido de 1:30 horas.
Me aburrí como una ostra. Me esperaba algo más salvaje. Sólo ves casitas a la orilla de los canales con su propio embarcadero y lanchas a la puerta. Algunas casas se ve que son de gente con mucha pasta y otras son auténticos chamizos.
Cuando volvimos al embarcadero aprovechamos para comer algo rápido en un bareto y nos acercamos hasta el Puerto de Frutos a ver el mercado de artesanía. No compré nada.
Regresamos a la estación de tren y vuelta a Buenos Aires con la segunda parte del show incluida .
En el hotel se les había vuelto a olvidar hacernos la habitación. ¡Mecawentó, qué servicio más exquisito brindan al cliente!
Nos pusimos guapos porque nos quedaba algo muy importante que hacer antes de irnos a casa… cenar con un gran amigo.
Quedamos con el entrañable Luis y su mujer en un restaurante italiano muy chulo en la zona de Caballito. Allí estuvimos hablando durante horas y riéndonos un montón. .
Con mucha pena en el cuerpo y la promesa de vernos en España cuando venga a visitarnos nos despedimos .
No madrugamos demasiado porque estábamos baldados y nos fuimos tranquilamente en el subte a la estación de trenes de Retiro.
Hay 2 trenes que hacen el recorrido: el tren de la costa (que es más caro) y el tren del este (que es más barato). Pillamos este último por la ridícula cantidad de 2,70 pesos ida y vuelta (unos 70 céntimos de €). Hay un tren cada media hora.
Es todo un espectáculo viajar en ese tren . Se tarda casi una hora porque va parando por todos los sitios y constantemente se suben vendedores que pregonan sus mercancías. Te venden de todo lo habido y por haber: chocolate, una mini máquina de coser a pilas, un inflador de ruedas, una crema anticelulítica… Luego te entra un tío cantando con la guitarra, un predicador llamándonos a todos pecadores de la pradera y niños mendigando… ¡¡¡Joé, con lo barato que cuesta el billete y lleva show incorporado!!! Ya podrían aprender los de RENFE…
Llegamos a Tigre y hacía bastante calor. Nos acercamos al puerto y estuvimos investigando un poco entre las diferentes empresas que ofrecen recorridos por los canales. Había un poco de todo: excursiones en catamarán de 3 horas un poco caras y otras en barcos de madera pequeños más cortas y más baratas. Al final lo cogimos con “El Jilguero” en barquito pequeño por 22 pesos un recorrido de 1:30 horas.
Me aburrí como una ostra. Me esperaba algo más salvaje. Sólo ves casitas a la orilla de los canales con su propio embarcadero y lanchas a la puerta. Algunas casas se ve que son de gente con mucha pasta y otras son auténticos chamizos.
Cuando volvimos al embarcadero aprovechamos para comer algo rápido en un bareto y nos acercamos hasta el Puerto de Frutos a ver el mercado de artesanía. No compré nada.
Regresamos a la estación de tren y vuelta a Buenos Aires con la segunda parte del show incluida .
En el hotel se les había vuelto a olvidar hacernos la habitación. ¡Mecawentó, qué servicio más exquisito brindan al cliente!
Nos pusimos guapos porque nos quedaba algo muy importante que hacer antes de irnos a casa… cenar con un gran amigo.
Quedamos con el entrañable Luis y su mujer en un restaurante italiano muy chulo en la zona de Caballito. Allí estuvimos hablando durante horas y riéndonos un montón. .
Con mucha pena en el cuerpo y la promesa de vernos en España cuando venga a visitarnos nos despedimos .
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