He tardado tres meses en escribir esta entrada sobre mi
visita al campo de concentración de Auschwitz-Birkenau porque, francamente,
creía que con mi manera de contar las cosas habría gente que podría sentirse
ofendida.
Había pensado titular esta entrada: "Auschwitz-Birkenau: bienvenidos al parque temático del exterminio". Porque, de verdad, allí me sentí como si estuviese en el Port Aventura Nazi, gracias a los gilipollas con los que nos topamos (hay que ver lo que abundan, sean de la nacionalidad que sean) y a una guía que sería muy experta en el lugar (nadie lo pone en duda), pero que no tenía los cojones suficientes para poner al orden a 4 anormales.
Empecemos diciendo que ésta no fue mi primera toma de
contacto con un campo de exterminio. Hace 3 años visité Dachau (cerca de Munich)
y creo que me dio para hacerme con una idea más que general sobre las
atrocidades nazis que se habían cometido.
Pienso que no es una cuestión de haber visitado más o menos
campos de concentración…sino una cuestión de sentido común y de HUMANIDAD.
Te puedes haber recorrido todos los campos habidos y por
haber en Europa y seguir siendo un imbécil integral y haber visitado sólo uno y
haberte quedado con la “esencia”: “ALLÍ MATABAN A MUCHA GENTE IMPUNEMENTE”…y si
digo mucha, es mucha, hablamos de millones: judíos, prisioneros soviéticos,
gitanos de Europa del Este, gays….
Es patético el comportamiento de algunos “seres” que visitan
estos sitios sin la menor noción histórica, sin saber lo que se van a encontrar
allí y, lo principal, sin un ápice de respeto. Sentí vergüenza ajena en
repetidas ocasiones.
Yo, por respeto a la masacre acontecida allí, me he decidido a relatar simplemente los datos históricos y técnicos que te ofrecen durante la visita guíada.
Señores, bienvenidos a Auschwitz-Birkenau, el mayor campo de
concentración nazi de la historia.
Durante los 5 años que duró la
II Guerra Mundial, el campo de
concentración de Auschwitz suscitaba terror entre la población de los países
ocupados por los nazis.
KL Auschwitz, creado en 1940 y destinado, en un principio, a
los prisioneros políticos polacos, se convirtió más tarde en un campo internacional.
Los nazis empezaron a traer aquí a personas de toda Europa, la mayoría de las
cuales eran judíos, pero también un numeroso grupo de prisioneros de guerra
soviéticos y gitanos de Europa del Este. Entre los prisioneros se encontraban
checos, yugoslavos, franceses, austríacos, alemanes, húngaros…
En 1939, una vez terminada la Campaña de Septiembre, la
ciudad de Oswiecim y sus pueblos cercanos fueron incorporados al III Reich. Al
mismo tiempo, los nazis cambiaron el nombre de Oswiecim por el de Auschwitz.
Ya a finales de 1939, en la Oficina del Alto Mando de
las SS y de la Policía
de Wroclaw (Breslavia), nació la idea de crear un campo de concentración a fin
de paliar la situación en la que se hallaban las cárceles de Silesia que, al
estar demasiado llenas, no podían albergar a nuevos prisioneros procedentes de
una ola de arrestos masivos planeada por los nazis, entre la población de
Silesia y el Gobierno General.
Varias comisiones, especialmente elegidas, empezaron la
búsqueda de un lugar adecuado para la ubicación del campo de concentración. Un
cuartel abandonado del ejército polaco parecía idóneo al hallarse fuera del
casco urbano, lo que ofrecía la posibilidad de su ampliación y aislamiento en
el futuro. Tampoco carecía de importancia el hecho de que Oswiecim fuera uno de
los más importantes puntos de la red ferroviaria, lo que garantizaba su fácil
comunicación.
Se ordenó la creación del campo en abril de 1940 y, a la
vez, se nombró como su comandante a Rudolf Höss. El 14 de junio de 1940, la Gestapo mandó al campo a
los primeros reclusos: 728 polacos, procedentes de la prisión de Tarnow.
En aquel momento, el campo contaba con 20 edificios, de los
cuales 14 tenían sólo una planta y los 6 restantes dos. Entre los años 1941-42,
con el esfuerzo de los prisioneros, se añadió un piso a todos los barracones de
planta baja y se construyeron 8 nuevos. En total 28 edificios de 2 plantas,
aparte de la cocina y los almacenes, componían al campo poblado por entre
13.000 y 16.000 prisioneros, llegando una vez, en 1942, a la cifra de 20.000.
Los presos ocupaban los edificios, incluidos también sótanos y desvanes.
Con el crecimiento del número de presos aumentaba la
extensión territorial del campo, que se convirtió en el mayor centro de
genocidio hitleriano. El campo en Oswiecim – KL Auschwitz- constituía el campo
base (Stammlager) para una red de nuevos campos. En 1941 empezó la construcción
de un segundo campo, que se llamaría más tarde KL Auschwitz II-Birkenau, en el
pueblo de Brzezinka, a 3
kilómetros del campo base, y en 1942, el de Monowice (KL
Auschwitz III), en el territorio del consorcio IG. Farbenindustrie. Además, en
los años 1942-44, se creó una red de campos subordinados, ubicados sobre todo
cerca de grandes fábricas y minas, donde se aprovechaba a los prisioneros como
mano de obra.
Los campos de Oswiecim y Brzezinka se conservan como museo.
Las instalaciones más importantes son, en Brzezinka: los restos de 4
crematorios, de cámaras de gas y de piras, la plataforma ferroviaria donde se
realizaba la selección de deportados y un estanque con cenizas humanas, y en
Oswiecim: el “Bloque de la
Muerte”. Además, en los 2 campos permanecen: algunas barracas
donde vivían los reclusos, las puertas principales de entrada al campo, torres
de vigilancia y la alambrada. Algunas de las instalaciones destruidas por las
SS fueron reconstruidas con elementos originales como, por ejemplo, los hornos
del crematorio I, que habían sido desmontados.
Parte de las instalaciones fueron totalmente destruidas para
borrar huellas criminales. El museo las reconstruyó y ubicó en los lugares
donde originariamente se hallaban, caso del “paredón de ejecuciones” y de la
horca colectiva en la plaza de recuento donde formaban los prisioneros.
Los prisioneros atravesaban diariamente una gran puerta
adornada con una sarcástica frase: “Arbeit macht frei” (El trabajo hace libre),
que da acceso al campo. En una pequeña plaza al lado de la cocina, la orquesta
del campo tocaba marchas para agilizar las salidas y entradas de miles de
reclusos, facilitando a los SS el trabajo de recuento.
Sólo algunos de los bloques y barracones están abiertos a la
visita pública. Recorramos los principales:
BLOQUE 4.
Sala 2, planta baja.
A comienzos de 1942 empezó el exterminio masivo de judíos.
Los primeros deportados llegaron a Auschwitz de Alta Silesia, los siguientes
del Gobierno General y, en la primavera del mismo año, comenzaron a afluir
convoyes de Eslovaquia y Francia, después, de Bélgica y Holanda y, en otoño, de
Alemania, Noruega, Lituania y otros países ocupados por los nazis.
Tras la agresión hitleriana a la Unión Soviética, fueron
deportados al campo los prisioneros de guerra soviéticos, lo que constituía una
violación de las leyes internacionales. Según números de registro, 12.000
prisioneros rusos estuvieron en el campo. En cinco meses murieron 8.320 en las
cámaras de gas, fusilados o a causa de agotamiento físico. Una de las pruebas
de este crimen se encuentra en los archivos del museo: es el registro de
defunciones del cual se exponen unas páginas fotocopiadas en una vitrina. Un
especial interés merecen las columnas
donde se apuntaron las causas ficticias y la hora de la defunción en intervalos
de 5-10 minutos.
Auschwitz también fue lugar de exterminio para miles de
gitanos. Los libros de registro, robados y escondidos por los prisioneros,
contienen alrededor de 21.000 nombres de gitanos. Algunas fotocopias de estos
documentos pueden verse también en esta sala.
Sala 3, planta baja.
La mayoría de los judíos condenados al exterminio llegaban
al campo convencidos de que los SS trataban de establecerlos en los territorios
del Este europeo. Los nazis engañaron de este modo sobre todo a judíos de
Grecia y Hungría, a quienes vendían unas parcelas inexistentes para supuesta
edificación de viviendas, granjas o comercios, o les ofrecían puestos de
trabajo en empresas industriales que tampoco existían. Por lo tanto, los
deportados traían consigo los objetos más valiosos de entre sus bienes.
La distancia que separaba sus países de origen de Auschwitz
llegaba hasta los 2.400 km.
Recorrían ese largo camino en vagones de mercancías precintados y sin recibir
ningún tipo de alimento. Amontonados en los vagones tuvieron que resistir un
viaje de 7 e incluso 10 días. Por eso, cuando abrían los cerrojos, a menudo,
una parte de los deportados, en su mayoría ancianos y niños, estaban muertos y
el resto, exhaustos.
Los trenes llegaban al apeadero de Auschwitz, en la zona de
descarga de mercancías, y, a partir de 1944, al construido especialmente con
ese fin en Birkenau, donde los oficiales y médicos de las SS realizaban una
selección de prisioneros para separar a las personas con capacidad de trabajar
en el campo de aquéllas destinadas a la cámara de gas. Entre un 70 y un 75% de
los recién llegados iban directamente a las cámaras.
La exposición que podemos contemplar en esta sala muestra
varias fotografías originales tomadas por un oficial de las SS. También se
presenta un mapa del lugar con puntos rojos que señalan los lugares de
ejecuciones masivas.
Sala 4, primera planta.
En la maqueta de una cámara de gas y del crematorio II se
ven a personas que entran en un vestuario subterráneo. Están tranquilos ya que
tras la selección, los SS les aseguraron que iban a tomar un baño. Les
ordenaban quitarse la ropa y, a continuación, pasaban a otra sala subterránea
que imitaba un cuarto de baño. Del techo colgaban unas duchas por las cuales
nunca fluía agua. En esta cámara de gas, de 210 metros cuadrados,
entraban alrededor de 2.000 víctimas. Tras cerrar herméticamente las puertas,
los SS echaban, por unos agujeros especiales en el techo, el gas Zyklon B. La
gente encerrada moría en 15 ó 20 minutos. Se despojaban los cadáveres de
dientes de oro, sortijas y pendientes, les cortaban el pelo para, a
continuación, transportarlos hasta los hornos crematorios, ubicados en la
planta baja, o, cuando éstos se llenaban mucho, a las piras de incineración.
La empresa Degesch, productora del Zyklon B, obtuvo entre
1941 y 1944 más de 300.000 marcos por las ventas del producto. Sólo en
Auschwitz se gastaron unos 20.000 kilos de este gas. Según los comentarios del
propio comandante Höss, se necesitaban entre 5 y 7 kilos para matar a unas
2.000 personas.
Tras la liberación del campo, en sus depósitos se
encontraron grandes cantidades de latas vacías, y otras, todavía llenas de
Zyklon B.
En la vitrina de esta sala se muestran los cristalitos de
este gas y se exponen algunos documentos, como órdenes de transporte para los
camiones que iban a la fábrica a recoger el producto.
Sala 5, primera planta.
En el momento de liberar el campo, el Ejército Rojo encontró
en los almacenes sacos que contenían casi 7.000 kilos de cabellos humanos que
las autoridades de las SS no llegaron a vender a las fábricas del III Reich. El
análisis de los cabellos hallados confirmó la presencia de restos de cianuro,
elemento principal del Zyklon B. Las fábricas alemanas utilizaban estos
cabellos para la producción de telas de crin.
Los dientes de oro extraídos a los cadáveres fueron fundidos
en lingotes y enviados a la Oficina General
Sanitaria de las SS. Las cenizas humanas fueron aprovechadas como fertilizantes
o vertidas en ríos y estanques de la zona.
Bloque 5
Todos los bienes que traían consigo los deportados eran
clasificados, almacenados y, a continuación, enviados al III Reich para las
necesidades de las SS, el Wermacht y la población civil.
Cuando el Ejército Rojo se acercaba al campo y el fin de la
guerra se hacía inminente, los SS vaciaron repentinamente los almacenes,
llevándose los objetos más valiosos, y después, prendieron fuego a cerca de 30
barracones para borrar todo rastro. En los que pudieron escapar de las llamas
se encontraron tras la liberación miles de pares de zapatos, cepillos, gafas,
brochas, maletas…
Bloque 6
Una parte de los prisioneros que llegaban en los convoyes
fue dirigida, sin pasar por el proceso de selección, al campo, donde morían a
causa del hambre, el trabajo, los castigos, las deficientes condiciones
higiénico-sanitarias, las epidemias o las ejecuciones. El día de su llegada, el
jefe del campo les comunicaba que “habían venido al campo de concentración con
una única salida, a través de la chimenea del horno crematorio”.
A los nuevos prisioneros se les confiscaba su ropa y objetos
personales, se les cortaba el pelo y pasaban por una exhaustiva desinfección.
Se les otorgaba un número con el que eran registrados. Al principio, cada
prisionero era fotografiado en 3 posiciones. En 1943, se empezó a tatuarles los
números de registro en sus antebrazos. Éste fue el único campo donde se realizó
esta práctica. El motivo: con el paso del tiempo los prisioneros se demacraban
de tal manera que era imposible reconocerlos en las fotos que se les habían
hecho a su llegada. El tatuaje, en cambio, permanecía en su piel hasta el
último momento.
Acorde al motivo del arresto, los prisioneros llevaban
triángulos de diferentes colores cosidos en sus uniformes. El triángulo rojo
significaba un delito político. Los judíos recibían una estrella formada por un
triángulo amarillo y otro del color correspondiente al motivo de la detención.
El triángulo negro era otorgado a los gitanos y a los prisioneros asociales.
Los testigos de Jehová llevaban un triángulo morado, los homosexuales uno de
color rosa y el verde se reservaba para los criminales.
Sala 4, planta baja
El valor energético de la comida diaria era de 1.100 a 1.300 calorías. El
desayuno consistía en medio litro de café o infusión de hierbas. El almuerzo en
un litro de sopa sin carne y preparada, a menudo, con verduras podridas. La
cena en 300 gramos
de salchicha, margarina o queso.
El duro trabajo y el hambre producían a los prisioneros un
debilitamiento que derivaba frecuentemente en enfermedades características de
la desnutrición y solía terminar en muerte. Las fotografías en esta sala fueron
tomadas tras la liberación y muestran a unas reclusas de entre 23 y 30 kilos de
peso.
Bloque 7, planta baja
Las condiciones de alojamiento, aunque variaban en
diferentes épocas de la existencia del campo, siempre eran terribles. Los
detenidos llegados en los primeros transportes dormían sobre paja tirada en el
suelo de cemento. Más tarde fueron introducidos jergones. En una sala donde
cabían 40-50 personas dormían 200. Luego aparecieron camastros de tres niveles
que tampoco mejoraron las espantosas condiciones. En cada camastro solían
dormir 3 prisioneros que se tapaban con mantas sucias y rotas.
En el campo base, la mayoría de los detenidos vivía en
bloques de ladrillo, mientras en Birkenau lo hacían en barracones sin
cimientos, construidos directamente sobre tierra pantanosa.
Sala 7, primera planta.
El clima palúdico de los alrededores de Auschwitz, las malas
condiciones de vivienda, el hambre, la escasa ropa que no protegía del frío y
que no podían lavar, las ratas y los insectos causaron varias enfermedades y
epidemias que provocaron muchas muertes. El gran número de enfermos que acudía
al hospital no podía ser atendido por falta de sitio. Por lo tanto, los médicos
de las SS efectuaban selecciones periódicas entre los enfermos y eran enviados
directamente a la cámara de gas o se les inyectaba fenol.
Al igual que en otros campos, aquí se realizaban
experimentos criminales con los presos. En el bloque número 10 se esterilizaba
a las mujeres judías buscando una manera de exterminar la raza. El Doctor
Joseph Mengele, para sus investigaciones genéticas y antropológicas,
experimentaba con los niños mellizos y con personas minusválidas. También se
hacían diversas pruebas con nuevos medicamentos y sustancias, en su mayoría
tóxicas.
Bloque 11. El “Bloque de la Muerte”.
El patio entre los bloques 10 y 11 está cerrado en dos lados
por un alto muro. Los cajones de madera colocados sobre las ventanas debían
impedir la observación de las ejecuciones que tenían lugar en el patio. Delante
del “Paredón de ejecuciones”, los SS fusilaron a millares de detenidos.
El bloque 11 estaba separado del resto del campo. En el
subsuelo se encontraba la prisión. En esta parte se conservan diferentes celdas
de tortura.
El sistema de castigos empleados por las SS entraba en el
programa de exterminio planificado. Cualquier cosa podía provocar un castigo:
recoger una manzana de un árbol, hacer las necesidades fisiológicas en el campo
de trabajo o rendir poco.
Las penas más frecuentes que se aplicaban a los presos eran
apaleamientos, se les colgaba de un palo y encerraba en una celda o se les
obligaba a estar de pie durante 24 horas. A algunos incluso se les condenaba a
morir por asfixia en una celda diminuta que albergaba a 4 personas y no tenía
ventilación.
RESISTENCIA
A pesar de las durísimas condiciones de vida, unidas al
permanente terror y amenaza, los prisioneros desarrollaban en el campo una
actividad clandestina, dirigida contra las SS, que se manifestaba bajo
diferentes formas. El tener contactos con la población civil de los alrededores
del campo hacía posible introducir
paquetes con alimentos y medicinas. Se enviaba fuera de las alambradas
la información sobre los crímenes nazis, listas con nombres de los prisioneros,
etc. Todos los envíos eran escondidos en diferentes objetos especialmente
preparados para ello y la correspondencia entre el campo y la resistencia
estaba escrita en clave.
PLAZA DE RECUENTO
Los presos eran llamados a formar en esta plaza para que las
SS controlasen el estado efectivo del campo o para observar las ejecuciones
públicas en la horca colectiva.
CREMATORIO Y CÁMARA DE GAS
El crematorio está situado fuera de la alambrada principal
del campo. A la entrada, se encuentra el patíbulo en el que fue ejecutado en
1947 Rudolf Höss.
En el interior se han reconstruido 2 de los hornos
crematorios con piezas originales.
Este campo ocupaba una extensión de 175 hectáreas, con
más de 300 barracones, de los que se conservan intactos sólo 45 de ladrillo y
22 de madera.
El campo estaba dividido en varios sectores que constituían
campos aparte. El número total de prisioneros se acercaba a 100.000 en agosto
de 1944.
La visita comienza en la torre del antiguo recinto de
centinelas, que ofrece un perfecto panorama de todo el campo. Frente a ella se
encuentra la plataforma de descarga donde llegaban la mayoría de los trenes con
los deportados judíos de Hungría.
Las barracas de ladrillo están situadas a la izquierda,
construidas sobre un terreno fangoso. Las de madera, a la derecha, fueron
concebidas como establos y acabaron alojando a los presos.
Al final de las vías del tren se encuentran las ruinas de
los hornos crematorios y de las cámaras de gas, que las SS hicieron estallar
para borrar las huellas del crimen.
Entre las ruinas es posible distinguir un vestuario subterráneo,
una cámara de gas, cinco hornos y los raíles por los que se transportaba a los
cadáveres.
Junto a las ruinas del crematorio II y III se eleva el
Monumento Internacional de las Víctimas del Nazismo en Auschwitz, inaugurado en
abril de 1967.
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horrible sin duda!!!!, yo tengo claro que no voy a visitar nunca un campo de concentración!!!!, lo siento pero...no podría soportarlo!!!!!
ResponderEliminarMuy instructivo!!!!
Birkenau para mi fue impresionante... sobre todo el entrar, caminar 20 minutos para llegar al final de la vía del tren, y darme cuenta de que esa era la dimensión "corta" del campo... :S
ResponderEliminarMe ha parecido interesantísimo el articulo. Además has tratado el tema con el respeto que merece , y has contado su historia . Fascinante.
ResponderEliminarEstremecedor . Y si algún día tengo la oportunidad si me gustaría visitarlo. He estado en algunos cementerios nazis en España y me han impresionado.
La verdad es que resulta espeluznante... pero creo que desde el punto de vista histórico tiene un valor incalculable. Y como tú dices, es un tema que hay que tratar con respeto y, por desgracia, muchas de las personas que van a un sitio de estas características carecen del él.
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